Yo canto, canto sin querer, necesariamente, irremediablemente,
fatalmente, al azar de los sucesos, como quien come, bebe o anda y porque sí;
moriría si NO cantase, moriría si NO cantase; el acontecimiento floreal del poema
estimula mis nervios sonantes, no puedo hablar, entono, pienso en canciones, no
puedo hablar, no puedo hablar; las ruidosas, trascendentales epopeyas me definen,
e ignoro el sentido de mi flauta; aprendí a cantar siendo nebulosa, odio, odio
las utilitarias, labores, zafias, cuotidianas, prosaicas, y amo la ociosidad
ilustre de lo bello; cantar, cantar, cantar... —he ahí lo único que sabes,
Pablo de Rokha!
No hay comentarios:
Publicar un comentario